sábado, 28 de junio de 2014

revisiones minuciosas, depresión de mi padre y por fin en nuestro hogar!


Al finalizar el tratamiento hubo que hacer otro ingreso en san juan de dios, de unos tres días aproximadamente. El objetivo era realizar pruebas para ver como había quedado todo tras el largo tratamiento.

En aquel ingreso yo ya tenía cuatro años, y no fue algo ni molesto ni que me causase angustia.

Recuerdo que me gustaba mucho ir a la guardería del hospital, como me gustaba pintar y dibujar!

 

Aunque yo ya había comenzado la escuela y ya conocía otro entorno y a niños, seguía prefiriendo la compañía de los adultos, ccosa que a lo largo de mi vida ha sido una constante derivada de mi primera infancia y de todo lo que en ella viví.

 

En este ingreso al igual que en el de hacía un año y medio, la habitación era también individual, y nos tocó para el lado opuesto del hospital! Hacía un año y medio habíamos estado hacia la montaña, y esta vez hacia la playa!

Fueron los dos polos opuestos, quien sabe si no serían cosas metafísicas que me estaban anticipando que la situación en nada se parecía la primera a la segunda vez?

Y así fue, la primera vez ingresé para iniciar un largo y agresivo tratamiento, enferma, con mucha incertidumbre. Sin embargo esta vez era para finalizar el tratamiento, ya el tumor estaba destruido al menos por el momento, y la incertidumbre aunque seguía existiendo puesto que nos hayábamos ante algo muy serio, ya había mucho vivido, mucho andado!

 

Me acuerdo mucho de una muñeca a la cual llevé para ingresar, y que había comprado en un hostal de zaragoza en el que habíamos parado a dormir para ir de camino a barcelona.

A la muñeca la llamé Maribel, y yo estaba encantada con ella! Hasta cuando me llevaban la merienda de leche con colacao, yo decía que le diesen también a Maribel!

 

Fue un ingreso breve, pero del que también guardo muy buenos recuerdos sobre todo de la guardería del hospital, y de otros enfermos a los que me gustaba ir a ver a sus habitaciones.

 

Pero…. si, fuera como fuera, costase lo que hubiese costado, la prueba de fuego ya estaba superada, al menos momentáneamente!

Costó, se sufrió, hubo que aguantar, que llorar, que pasar apuros de todo tipo, pero….. el nivel más alto que me había tocado vivir estaba ya pasado!

El médico dijo que todo marchaba, claro, dependiendo del comportamiento del tumor, ya que en caso de nueva recidiva, nada más se podría hacer.

Todo era cuestión de esperar, de creer en la esperanza, en el gran poder de la naturaleza para salvar vidas y para dejarte disfrutar de ella.

 

Hubo que hacer muchos escáneres posteriores, normalmente cuando finalizas un tratamiento así y estás inmersa en un proceso de similares características, hay que vigilar con lupa la zona afectada para controlar la mínima sospecha de recaída tumoral.

Como he comentado a mí me dieron cinco años como tiempo ventana (es lo que suelen dar a casi todo el mundo tras superar un cáncer), para ver la evolución de la enfermedad.

Durante ese tiempo hubo que ir a barcelona de cuando en cuando a revisar, a hacer un TAC. Al principio las revisiones fueron más seguidas, cada cuatro meses, luego cada medio año, y finalmente una vez al año.

Todo parecía ir bien al principio, fueron tantos escáneres!

 

Yo debo de ser ahora más radiactiva que una central nuclear, a la vista de todos los escáneres, radiografías y demás que me han hecho para explorarme.

Los TACS son pruebas que desprenden mucha radiactividad, hay veces que para proteger la zona uterina y ovárica te dan un saquito con plomo en su interior para que te lo pongas encima durante la prueba.

Mi madre en las contadas ocasiones en que entró conmigo a la sala de TAC, tuvo que ponerse un chaleco de plomo también para protegerse. Dice que aquello pesaba que no veas!

 

Los escáneres me los iba prescribiendo mi oncólogo, el doctor hilla. Siempre me los hacían en san juan de dios, solamente recuerdo una vez en que estaba muy saturado el hospital, y me tuvieron que mandar a otro centro sanitario, llamado clínica deseos.

Que royo fue aquel día! Hubo que bajar no sé cuantas plantas subterráneas, hasta llegar a la sala de TACS!

Yo estaba aburrida, y más con la fobia que me dan a mí los lugares tan bajos!

Pero nunca más hubo que ir a otro lugar, siempre me hicieron los TACS en san juan de dios.

 

Recuerdo que en los siguientes escáneres posteriores a aquel de la clínica deseos, yo les preguntaba siempre al personal que me los hacía “me mandaréis otra vez a deseos?”. A lo que me respondían “aquí te lo vamos a hacer mejor que en deseos”.

 

Los TACS no son pruebas nada molestas, excepto si como en mi caso te tienen que inyectar por vena algún tipo de agente de contraste para lograr una mejor resolución de la imagen.

En mi caso me lo hicieron varias veces, solo cuando el médico lo solicitaba así.

 

De cuando íbamos a hacer los escáneres también recuerdo cosas….

La visita al prica de cornellá para comprarme el juguete o la muñeca era sagrada!

Y me gustaba mucho ir a saludar a las enfermeras de la quimioterapia al hospital de día.

 

a hacer estas pruebas siempre nos acompañaba mi padre, quien por aquellos momentos no trabajaba ya en la mina, sino en otros trabajos más temporales.

En aquellos momentos y tras finalizar mi tratamiento con quimioterapia, nos pasamos un breve período viviendo en casa de mis abuelos maternos, puesto que la casa del pueblo ya estaba en su fase final de construcción. Mis padres quisieron estar el verano en casa de mis abuelos maternos, ir haciendo todos los remates que quedasen de la casa nuestra, y luego cuando comenzase el curso escolar, ir ya para ella.

Y así lo hicimos. La casa pues ya estaba también acabada, con sudor, lágrimas y mucho esfuerzo. Sin ayuda de nadie, ni física ni económica, pero….. otra prueba había sido superada, ya teníamos hogar para donde ir!

Ahora tocaba la hipoteca….. con los bancos hemos topado!

 

Recuerdo que a mí me encantaba jugar en las obras de la casa, ver como poco a poco iba progresando y ver lo que mi padre y otros albañiles iban haciendo.

 

La casa la construimos en el pueblo de mi madre, sobre las ruinas de un corral propiedad de mis abuelos maternos, que mi abuelo le cedió a mi madre en una compra-venta.

Así pues, antes de estar hecha nuestra casa, allí hubo un corral. Yo todavía me acuerdo de ver allí cabritos! Que preciosos eran!

Pero cuando se produjeron los trámites notariales y la propiedad pasó a ser de mis padres, mi padre comenzó a construir nuestro futuro hogar.

Yo jugaba mucho allí, no veas como me ponía de enzafrainada con la escayola de las paredes cuando estaba metida en los sacos para darla!

Me gustaba mucho tocar las plaquetas, los azulejos, todo!

Tenía mucha ilusión en aquella casa, todo lo quería para ella!

Si sobraba algo de comer yo decía que era para mi casa, me acuerdo una vez en que me dieron un pastel llamado “brazo de gitano” y no lo comí en ese momento, pues se lo dí a mi madre para que lo guardase para cuando fuéramos para la casa!

Yo solo atropaba para mi casa!

 

Cuántas horas de trabajo pasó mi padre en aquellas obras de la casa! Cuanto esfuerzo costó, en una época crítica en la que irse a tomar algo era casi un lujo.

Mi padre tenía que combinar trabajo en la mina y en la casa, nadie arrimó el hombro, nadie nos ayudó. Solamente algunas personas conocidas, a construir la instalación eléctrica, la calefacción y poco más, el resto todo de nuestro sudor, y gracias al crédito que se pidió al banco para hacerlo.

Pero…. Que bien se siente uno cuando contempla ahora esa casa y piensa “esto lo hice yo, con mis manitas”.

 

Por aquel entonces y para rematar ya la guinda del pastel, mi padre comenzó a dar síntomas de ansiedad, tales como angustia, opresión en el tórax, taquicardias, etc. ya cuando vivíamos en casa de mis abuelos paternos comenzó con ello, pero no fue hasta un tiempo después en que las manifestaciones fueron más drásticas.

Después de muchos especialistas y diagnósticos errados (al principio fuímos al psicólogo del seguro y le decía que era ansiedad), mi padre recomendado por mi abuelo (su padre), fue a un psiquiatra privado de león, el cual tras hacerle pruebas de analítica de sangre y electroencefalogramas, comprobó que lo que en realidad estaba desarrollando era una depresión endógena, la cual requería de un tratamiento inmediato.

Al principio mi padre acudía al psiquiatra muy seguidamente, para que él le administrase las dosis de fármacos que debía tomar. Le recetó muchas pastillas, tanto diurnas como nocturnas, aparte de ponnerle medicamento intravenoso en la misma consulta.

También le recomendó hacer electroshock, que mi padre recuerda como la cosa más terrible del mundo. “te enchufaban a la corriente, y te quedabas dormido!”, dice mi padre cuando le preguntas por aquello.

Pero al final gracias a la ayuda de mi madre y a su propia voluntad, salió adelante, no sin esfuerzo claro, porque si ya de por sí lo mío era caótico, encima ir todas las semanas a león al psiquiatra.

La vida nos quiso poner pruebas duras, algo así como pruebas de resistencia, pero no con pesas, sino con trances!

 

La depresión que sufrió mi padre le costó seis años de baja laboral, y mucho de su parte para salir adelante. Por eso cuando a alguien le da un bajón él recomienda ponerse en manos de especialistas y tener valentía, pues los profesionales médicos en este tipo de procesos hacen mucho, pero eres tú quien debe querer curarse, y tener voluntad de salir adelante.

 

En cuanto a mí la cosa seguía bien, el médico advirtió a mis padres de que si todo iba así muy bien, pero que en caso de recaída nada más se podría hacer pues mi cuerpo ya no soportaría más quimioterapia.

Algo que le dijeron a mi madre de lo que ya no se acuerda pero un tío hermano mayor suyo sí, fue que yo si con doce años no me moría, volvería a tener cáncer en algún momento de mi vida.

Y no se equivocaron, tras veintitrés años, el cáncer volvió a hacer acto de presencia en mi cuerpo!

 

A mi madre no le quedó esto almacenado en su memoria, dice que por el gran nivel de saturación que tenía, de todo lo vivido, oído y demás, pero como ella siempre informaba a mis familiares de todo, mi tío si que recuerda ese detalle el cual ha surgido a raíz de este nuevo proceso que estoy viviendo ahora.

Así pues, todo esto que ahora me ha pasado, ya estaba escrito en mis genes desde hacía largo, desde que nací!

 

Seguíamos con revisiones, otro curso había comenzado, ya estábamos viviendo en la casa nueva, yo aún tenía resto visual, pero…. cuanto se había vivido ya?

Cuantas pruebas nos había puesto la vida?

Quedaría alguna más?

 

 

1 comentario:

  1. Está claro que eres una luchadora nata. Es terrible que una niña tenga que pasar por todo lo que tú pasaste y que ahora tengas que volver a pasar de nuevo por lo mismo. Al menos hoy en día está todo más avanzado. Mucho ánimo y espero que te pongas buena pronto.

    Besos

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