Siguiendo con lo anterior, decir que todo proceso natural
del desarrollo conlleva necesariamente una adaptación, la adaptación es
imprescindible para evolucionar y aprender. Por ello no es de extrañar que a
veces ante tanta incertidumbre se presenten ciertos trastornos adaptativos,
producto de la nueva situación que te toca vivir y que la vida te ha puesto en
bandeja.
Mi situación fue nueva para todos, padre y madre, y para el
resto de mi familia., tomando papeles y actitudes diferentes ante dicha
situación, en función de factores muy personales y afectivos hacia mí.
Pero lo que es seguro es que todos lo vivieron a su manera,
todos lo sintieron de algún modo.
Aunque yo había venido ya para casa de Madrid, las
revisiones debían continuar, pues no estaba curada ni de lejos, y la cosa
pintaba bastante fea. Mis padres me llevaban a revisiones cuando los médicos
les indicaban, e iban sobrellevando la situación como podían.
En una de estas revisiones les dieron un duro golpe, les
dijeron así a bocajarro que el ojo izquierdo debía ser estirpado o enucleado
médicamente hablando, ya que al parecer estaba muy afectado y la radioterapia
fue insuficiente para atajar la agresividad y malignidad del tumor que le
aquejaba. Sobre el ojo derecho no actuaron tan drásticamente, el tumor debía
ser más pequeño y aunque agresivo, decidieron no sé porqué razón, incidir más
sobre el ojo izquierdo al principio.
Eso si que debió ser un duro golpe difícil de encajar,
pensar que a tu hija de seis mesitos la van a someter a su primera intervención
quirúrgica debe de ser terrible y estremecedor.
Y no solo eso, sino que en dicha intervención yo iba a perder
una parte de mí, un órgano, una pieza de mi puzle.
Que consuelo iba a haber en aquellos momentos para mis
padres? Sinceramente creo que poco, debieron verlo todo tan negro y negativo
que nada ni nadie podía cambiar su realidad.
Y así fue. todo sucedió a pedido de bocca. Más o menos en
abril o mayo de 1986 , un día que desconozco exactamente la fecha, mis padres
se enfrentaron por primera vez a una prueba realmente dura. Entrar en un
quirófano es duro para quien lo experimenta, pero y quien espera a la puerta?
Eso si que debe de ser también dramático…..
El operado está dormido, en cambio el que espera noticias
fuera está alerta, en tensión, triste, ansioso. Entrar en un quirófano no es
irse a tomar un café, donde da igual que te sirvan azúcar o sal pues los daños
son mínimos, en un quirófano cualquier improvisto puede pagarse muy caro,
incluso con la vida.
No estábamos hablando de minucias pues, era un trance duro
de llevar.
Mi madre me relata que para ella ese día no había consuelo,
me dice “pero si eras una cosita tan pequeña, que pensar que te iban a dormir
para quitarte un ojo me llenó de dolor”.
Que dramático verdad?
Pero la realidad era la que era y no había más, en medicina
la improvisación no existe como en un concierto de jazz. En medicina se debe
actuar, dando prioridad a lo que la tenga y en mi caso no hablábamos de una
gripe veraniega, sino de un tumor de alto grado de malignidad que podía
extenderse más allá del ojo provocando incluso mi muerte.
Había que andarse al dedillo, no andarse con bromas!
La mejor solución para atajar parecía ser pasar por quirófano
y ser agresivos, pues parecía ser que el ojo izquierdo estaba bastante hecho
polvo entre el tumor y la radiación.
Mis padres iban a tener una hija con pérdida total de visión
en su ojo izquierdo, les tocó pues asimilar dos cosas juntas. Por un lado la
situación de riesgo que yo vivía, y por otro el hecho de que esa situación me
iba a dejar a priori con una deficiencia visual en un ojo.
Duro, bastante difícil tuvo que ser para ellos, no menos
para el resto de mis familiares, pero claro, los padres son los padres!
La intervención se desarrolló sin contratiempos, salí pues
bien parada de la primera prueba dura a que la vida me había sometido!
Perdí un ojo, un ojo enfermo. En su lugar y tras la curación
de la herida quirúrgica y retirada de los puntos, me fue colocada una prótesis
de un material parecido al metacrilato, con mi ojo dibujado. Esta prótesis iba
introducida en el hueco de la órbita ocular, y debía ser sacada diariamente
para su limpieza, cosa que mi madre debía realizar. Pobre, encima le tocaba
hacer de enfermera sin estudiar para ello!
Ella que no puede ni ver ni tan siquiera a un gato cojo,
ahora le iba a tocar ver heridas postquirúrgicas, y encima a lo que más quería
en el mundo que era yo. Si es que la vida la obligó a adaptarse bruscamente…..
Lo hizo todo perfectamente aún no siendo experta, porque
cuando uno quiere y tiene que hacerlo si o si, aprendes, vaya que si aprendes!
Este período transcurrió entre revisiones y curas, entre
Madrid y el pueblo.
Mis padres eran informados de cómo iba todo, se me seguía
explorando periódicamente, eso si, ahora solamente el fondo ocular derecho,
para ir viendo la evolución de la enfermedad, y que extraño, un día en una de
estas revisiones a mis padres les dijeron que este ojo derecho que también
estaba afectado, tendría que ser congelado!
Cómo? Porque?
Mi madre me cuenta que jamás oyó de boca de ningún médico
cosa tan rara, tan extraña. Eso tenía mala pinta, y desde luego mis padres no
se iban a quedar quietos ni tranquilos ante semejante disparate.
Dado que en aquella época como he señalado las fuentes de
información a las que podías acceder eran tan escasas, uno se tenía que fiar
más de su intuición o de lo que previamente sabía, que de otra cosa, porque los
médicos en general no eran como ahora, ni informaban, ni siquiera en muchos
casos te hablaban de tu propia enfermedad.
Efectivamente la crioterapia que así se denomina al
tratamiento oncológico con frío si que existía y existe, pero por lo que yo he
investigado, en ningún caso para tumores tan grandes ni en tan alto estadiaje
de malignidad como el que yo tenía.
Se trata de aplicar ciertas dosis de nitrógeno líquido sobre
el área afectada en este caso la retina, para poder ir destruyendo mediante
congelación las células tumorales malignas.
Dudo bastante que en aquella época este tratamiento tuviese
auge o estuviese muy extendido, y seguramente y dado lo que vimos después,
querían usarme de conejillo de indias ya que, posteriormente nos enteramos de
que fui caso único en españa en aquel año.
Eso desde luego a veces es usado por pseudoprofesionales
médicos sin ningún tipo de escrúpulos, para hacer contigo lo que se les antoje
y les dé la gana, sin informar previamente, sin consentimiento y lo que es más
grave sin medir las consecuencias que para el paciente estos experimentos
pudieran generarle.
En mi caso esto se cumplió, y no estamos hablando de hace
tanto tiempo ni de campos de concentración ni de nada por el estilo, estamos
hablando de un país en casi finales del siglo XX, con una democracia recién
instaurada, de un hospital de cierto prestigio a nivel nacional, y de gente supuestamente
cualificada para realizar lo que estaban realizando para curarme.
Pero claro, ellos bien saben y bien se aprovechan de la
situación, y la mía era bastante propicia para ello. Unos padres muy jóvenes y
bastante desesperados por la situación tan estresante que se les presentó, la
economía familiar no andaba nada voyante, y mi caso único en españa, fueron el
trío perfecto para profesionales sin entrañas con los que nos topamos en
aquellos momentos.
Aunque bien es verdad que a veces la desesperación y la
angustia te pueden y prefieres esperar a ver como se desarrolla todo, mis
padres con este tema del frío ya se les había agotado la paciencia, después de
ver sucesivas cosas que no les encajaban, tanto en la paz como en la puerta de
hierro.
Mis padres me dicen que los médicos en general no eran muy
de su agrado, apenas les daban confianza y su trato no era muy cercano que
digamos. Esto junto con las salvajadas que me hacían sin anestesia para
explorar los ojos y ahora el asunto del frío, fue todo ello suficiente para
romper un bloque de hielo en el cual se habían convertido las vidas de mis
padres desde que yo cumplí un mes de vida.
Ellos querían actuar, querían curarme y veían que el tema se
les iba de las manos tanto a ellos como a los profesionales.
Tocaban segundas opiniones, por mi bien y para salvarme! Y
si algo no estaba siendo bien manejado?
Sabia decisión la que tomaron mis padres en aquel momento,
sin duda!
Mis padres empezaron a recavar información sobre centros
oftalmológicos españoles de prestigio, y aunque económicamente no tuviesen
dinero ni apenas para gasolina, preferían quedarse en la calle, pero que yo me
curase cuanto antes.
Cuanto será capaz de hacer un padre o madre en esas
situaciones?
Los míos desde luego lo hicieron magistralmente, dando a
demostrar que el dinero no ha de ser un lastre para sobrevivir, antes es la
salud. Daba igual hipotecarse, todavía no teníamos casa, seguíamos viviendo en
casa de mis abuelos maternos en el pueblo, mi padre ganaba un sueldo mediocre,
pero bueno, para algo estaban los bancos!
Se pediría un crédito honradamente, lo importante era salir
adelante.
Aquello en Madrid no pintaba bien y se había que mover,
aunque hubiese que cruzar el charco!
Cierto día hacia septiembre de 1986 un compañero de mina de
mi padre al ver la situación por la que estábamos pasando mediante
conversaciones con mi padre y demás, le facilitó un croquis y la dirección de
un centro oftalmológico en barcelona, llamado barraquer, el cual gozaba de
mucho prestigio a nivel tanto nacional como internacional. Iban incluso
personas famosas allí a revisar su vista y a operarse!
Vaya, aquello pintaba bien!
Era un centro privado claro está, pero daba igual, para mí
todo decían mis padres!
No lo pensaron, se planeó el viaje y aunque barcelona era
una ciudad que estaba muy lejos y la cual solo habían visto por televisión,
para allá decididos y esperanzados que marchamos!
La clínica barraquer está en barcelona, en una zona bastante
céntrica, entre las calles la forja y muntaner. Es una clínica que goza de un
gran prestigio, en la cual muchos y muchas profesionales del mundo de la
oftalmología ejercen su labor para atender las necesidades y patologías
oculares de mucha gente que acude allí de forma constante.
Fue fundada por barraquer, un oculista muy famoso y sus
sucesores principalmente sus descendientes familiares, siguen aún a día de hoy
con el centro.
Si hoy en día en esa clínica existe toda la parafernalia
tecnológica habida y por haber para ojos, en aquella época eso debía ser lo
más! Contaba con aparatos y técnicas totalmente desconocidos en la seguridad
social y por ello para la gran mayoría de la gente, por eso eran tan caras las
consultas y estancias hospitalarias allí.
Pero no importó, mis padres se echaron la mochila al cuello,
y para barcelona a probar suerte!
Mi padre que siempre ha sido un as en esto de conducir (por
eso hoy es camionero jeje), a pesar de que jamás había estado en barcelona,
llegó a la primera al centro barraquer! Para que digan de los GPS!
Lo encontró bien, y solo con un pequeño croquis que su
compañero de trabajo le había hecho en un papel!
La clínica tenía muy buen aspecto, limpia y todo muy
ordenado. Parecía pues un sitio interesante!
Era un lugar que invitaba a la esperanza, a creer en que se
podía, a confiar en los médicos!
La esperanza es lo último que hay que perder, no se debe
olvidar nunca este postulado! Mientras haya vida, hay esperanza!
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