martes, 24 de junio de 2014

aguantar para curarse, curarse para vivir!


En esta época y dado el diagnóstico irreversible de ceguera total que “tarde o temprano iba a producirse ya que no había para mucho” en palabras de los médicos, (los médicos le dijeron a mi madre que iba a perder totalmente la visión, que habría hasta que hubiese), había que iniciar por tanto los trámites necesarios para el reconocimiento legal de mi discapacidad. Esto se hizo en dos partes.

 

Lo primero que hicimos fue afiliarme a la ONCE, que como se sabe, es la organización española que en teoría (y digo en teoría porque solo es así), se dedica a integrar a las personas deficientes visuales en su entorno social, dotándolas de instrucción y apoyo, por medio de sus trabajadores en diversas áreas. Opinar sobre la ONCE y lo que para mí ha sido en mis años de afiliada daría para un libro entero, por ello lo excluiré de este relato.

El caso es que me afilié, pagué la cuota requerida para ello la cual a día de hoy aún no me han devuelto cuando la cláusula era la contraria, y aún sigo afiliada a día de hoy.

En el post “con la ONCE hemos topado”, se puede ver mi opinión sobre lo que esta organización es y representa para mí, y de lo que ha sido en mi vida. Por ello no me extiendo con esto!

 

Lo segundo y más importante, fue tramitar el reconocimiento médico de mi condición de discapacitada visual, con el objetivo de poseer el consiguiente certificado de minusvalía que lo acreditase, y con vistas a obtener la pensión correspondiente legalmente a cualquier discapacidad reconocida por un tribunal.

Pues a ello se pusieron mis padres, no sin tropiezos!

Sabéis lo que una funcionaria sinvergüenza y asquerosa le dijo a mi madre justo el día en que esta se fue a informar de todo lo que había que hacer?

“para pedir sois muy listas!”.

Mi madre me cuenta que en ese momento le dio tal impulso de ira, que se abalanzó sobre la tipeja, con el objetivo de ahogarla! Me dice mi madre, “porque me agarró tu padre, sino juro que la ahogo allí mismo!”. mi madre dice que un buen ciudadano de esos de los que todos tendríamos que tomar ejemplo al percatarse de la situación y ver a mi madre tan perturbada, le dijo, “dí que si monina, defiende tus derechos!”.

Se puede ser más grosera, maleducada y tener tan poco corazón?

Bastante desgracia tenía ya mi madre en ese momento con todo lo que estaba pasando, como para que una sujeta de estas le recriminase por ir a pedir mis derechos, y una paga para el día de mañana pues tengo derecho a ella.

Acaso pensaba que me lo iba a tener que pagar ella de su bolsillo?

Supongo que esta individua sería una de estas medio fascistas que aún creía que los discapacitados éramos estorbos que no teníamos derecho a estar en este mundo, y menos a cobrar nada del estado porque era un dinero que se podía guardar para otra cosa, como para coches oficiales o para escolta del rey.

Si me dice a mí eso que le dijo a mi madre, la que le monto iba a haber sido buena!

Funcionarios como estos no tendrían derecho ni a ejercer su puesto, porque no saben cuanto daño hacen, y cuantas vidas destrozan con sus inhumanas palabras.

Yo soy discapacitada visual, pero seguro que soy mucho más eficiente que ella y que otros que piensan que por ver con los ojos ya lo tienen todo. Hay que saber ante todo tratar a la gente, y luego ya si quieres trabajar de lo que sea trabaja, pero ante todo sé persona.

 

Al final me hicieron el reconocimiento, el cual fijó un grado del 75 por cien de discapacidad. La pensión podría empezar a cobrarla apartir de los 18 años, antes nada! Que injusticia, acaso a los 18 años era más discapacitada que de niña? No lo entiendo, sinceramente algunas de las leyes de este país me parecen primitivas, injustas y excluyentes, y luego nos lamentamos de ir a la cola en muchos aspectos sociales!

En fin…. El caso era que yo ya estaba reconocida como discapacitada, caro había costado, pero ya lo habíamos conseguido!

Esta vez la batalla había sido con el estado, que a veces casi son peores que las que se lidian con la salud!

 

Yo guardo algunos recuerdos vagos del día del reconocimiento, cuando me hicieron las archiconocidas pruebas médicas para ver en que medida mi discapacidad visual lo era: bajar y subir por unas escaleras como de juguete, hacer algún puzle u ordenar objetos, etc. me lo pasé bien, fue como un juego para mí!

 

Ahora ya estaba reconocida pues como discapacitada visual, a pesar de que también hubiese costado lo suyo!

Mis padres a menudo me dicen que a ellos todo les ha costado mucho, que nadie les ha regalado nada y que la vida es dura si quieres lograr algo.

Costó el certificado de minusvalía, costó conseguir el volante de nuestro hospital  de referencia para ir a barcelona, costó asumir el duro golpe que los médicos les dieron a mis padres al retratarles la cruda realidad en la que yo me hayaba, etc. todo ha costado su esfuerzo, todo ha sido a base de luchar y sacrificarse mucho.

La economía familiar tal y como he insistido no estaba para muchas celebraciones, y de no haber sido por el crédito que se pidió al banco para llevarme a los médicos y por la generosa ayuda que mi abuelo paterno nos prestó (nos dio dinero para ir a barcelona y pagar lo que hiciese falta, durante nuestra estancia en castell defels nos dejó su cartilla del banco para que gastásemos ccuanto necesitásemos, etc), las cosas habrían sido mucho peores. Poca gente nos ayudó en esos momentos, poca gente nos dio su apoyo y poca gente supieron estar a la altura.

Mis padres siempre agradecerán la voluntad de ayuda que un vecino del pueblo tuvo hacia nosotros. Este hombre tuvo muchos años tienda de comestibles en nuestro pueblo, y dado que éramos clientes habituales (no existía otra tienda en mi pueblo), al enterarse de la situación tan difícil por la que estábamos pasando, cierto día en que mi padre fue a su tienda para comprar algo, él le dijo generosamente que no dudase en ir a pedirle cuanto necesitásemos, que allí estaba nuestra casa. Mi padre jamás ha olvidado esto, dice que ha sido la única persona de la calle que le ha ofrecido algo.

Esto es de destacar, gente que verdaderamente esté a tu altura cuando más lo necesitas hay poca, por ello te queda tan internalizado su recuerdo y su generosidad para contigo cuando más lo necesitas.

 

De aquella vivíamos en casa de mis abuelos paternos, allí estuvimos en total dos años.

El ambiente era agradable y cómodo, nada que ver con la casa de mis abuelos maternos, en la cual estaban todos los hermanos de mi madre menos el mayor o sea seis, y la economía de en general no era buena.

Mis abuelos paternos se portaron bien, su economía era mejor que la de los maternos y en general guardo buenos recuerdos de aquellos dos años que vivimos en su casa.

 

Pues bien, dejando de lado todo esto de burocracia, economía doméstica y ambiente familiar, ahora tocaba someterse a la quimioterapia!

Aquello iba a comenzar, solo, ya que alguna sesión había recibido ya cuando estuvimos en casstell defels y recibía también el tratamiento de radioterapia.

Pero ahora tocaba solo, a palo seco! Iba a ser duro, agresivo y tóxico, eso ya se sabía, pero quien lo iba a soportar iba a ser yo, siendo muy niña. Pero como la enfermedad no tuvo piedad ni tuvo en cuenta mi edad, el tratamiento tampoco tenía que tenerlo!

Había que hacerlo, se intentó evitar por todos los medios, pero no quedó de otra, era ahora ya imprescindible para salvar mi vida!

 

Estábamos ya a principios de 1989 (como se puede ver los años pasaban volando), y yo iba a comenzar a vivir el año y medio más duro de mi vida, aquel en el que no solo yo sino también mi familia, tuvimos que poner a prueba nuestros más primitivos instintos de supervivencia y el ingenio más poderoso para salir adelante con todo lo que se nos venía encima, y todo lo que habíamos arrastrado ya de atrás.

 

Yo por aquel entonces estaba siendo controlada por un pediatra de pago de aquí de bembibre, el cual estaba al tanto de todo mi proceso cancerígeno y de todo lo que conmigo se estaba haciendo en barcelona. Mi madre me llevaba a su consulta sobre todo por el tema de la alimentación, o cuando tenía algún catarro, fiebre, etc. vaya, que yo a la seguridad social acudía poco, mis padres ya tenían algo de miedo de llevarme a mi pediatra del seguro, por si cometía alguna negligencia conmigo, pues el recuerdo de Madrid los había dejado muy afectados y desde aquel momento prefirieron ir de pago aunque eso les supusiese un gasto a mayores.

Respecto a la alimentación, este pediatra privado fue quien me la controló desde bebé, y a esa edad aún seguía haciéndolo.

Le iba diciendo a mi madre todo lo que yo debía ir comiendo, y ella hacía caso absoluto de sus recomendaciones. Cierto día le dijo a mi madre vehementemente, “puedes estar contenta, pocos niños habrán llevado la alimentación tan completa como tu hija”.

Para que luego digan los veganos y vegetarianos que el cáncer se produce por una mala alimentación…. A mí me la llevó hasta los cuatro años y pico un pediatra de pago, bueno donde los hubiese, y en ella incluía de todo, porque todo es necesario para vivir y porque nuestro cuerpo está preparado para digerirlo: carnes de todo tipo, pescado, fruta, verdura, huevos, leche, de todo!

Todo me hacía falta, y más ahora con el tratamiento de quimioterapia, en el cual las defensas bajan bruscamente entre ciclo y ciclo.

 

Aparte de este pediatra y los médicos de barcelona los cuales estaban haciendo un magistral trabajo conmigo ambos, mis padres también en aquellos momentos presos de la desesperación y de la angustia acudieron en alguna contada ocasión a uno de esos a los que yo denomino “charlatanes”, que dicen ser curanderos y defensores de la medicina alternativa. Para mí son unas personas sin ningún tipo de escrúpulo, que aprovechan la angustia y la desesperación de los familiares ante situaciones como la mía, para convencerles de que se dejen guiar por según ellos “sus sabias recomendaciones naturales, al margen de la según ellos pésima medicina convencional”.

Yo jamás he creído en eso, para mí el saber científico es lo que está demostrado y lo que ha tenido y tiene validez, porque sus teorías se postulan y avalan mediante comprobaciones empíricas, sin embargo las pseudociencias que defienden estos charlatanes, no tienen ningún valor más allá del misticismo propio de quien cree en eso. No son por tanto saberes avalados por la ciencia, ni demostrados, ni por supuesto para mí serios ni rigurosos. vaya, que de esta gente huyo a una rapidez brutal!

No creo en ellos, lo que se debe hacer es confiar en la medicina convencional, que aunque tenga fallos y de hecho conmigo los han tenido y garrafales, es lo que ha demostrado curar y sanar, porque las enfermedades no se curan con hierbas, ni rezando, ni adorando al sol! Las enfermedades se curan poniéndote en manos de buenos expertos en su ámbito, y dejándote aconsejar por ellos.

Si yo hubiese sido mayor o hubiese tenido voluntad propia como la tengo ahora, jamás me hubiesen llevado a ningún consultorio de estos médicos de pacotilla!

 

Uno de esos curanderos a los que me llevaron mis padres en aquella época era un hombre de un pueblo gallego llamado sarria. Aquel hombre decía curar con la voz, tú le  decías lo que te pasaba, él tomaba nota en una libreta, y luego se iba a una habitación a la que nadie más podía entrar. Que escondería allí? Igual se comunicaba en ese lugar con sus compañeros extraterrestres para informarles de lo que le acontecía a su desdichado paciente! Luego le pagabas a voluntad, oye, por lo menos este no tenía la osadía encima de que no te iba a hacer nada, de cobrarte por la consulta un ojo de la cara! Este no recomendaba hacer nada, ni tomar nada, este aún era más heavy, ni siquiera tú podías intervenir, solo con ir a esa misteriosa habitación a vete tu a saber que, ya te curabas!

Que risa me dan, son patéticos!

Otro de estos curanderos charlatanes a los que fui, estaba en sotrondio, asturias, y recuerdo que tenía en su habitación un sinfín de instrumentos propios de la gente de su gremio: una bola, mapas, libros viejos, etc. este hablaba contigo, te miraba, y te recomendaba cosas rarísimas para tomar las cuales según él te irían poco a poco liberando de todos tus males espirituales. Porque ojo, para esta gente tan sabia, las enfermedades no son genéticas ni producidas por nada corporal, todo esto ellos lo achacan al alma, al espíritu! Y como se opera el alma digo yo? Que me la enseñen, que me la muestren!

Este si que te recomendaba hierbas para ir según él poco a poco mejorando. Que asco me daba beberme en ayunas agua con cebolla o comer apio! Con las náuseas que me producía, acabé pronto con aquel estúpido tratamiento…..

En definitiva, me parece muy ridículo todo lo que predican, y lo ma´s grave de todo es que alguna gente sucumbe ante sus teorías, dejando del lado la medicina convencional que en realidad es quien les va a curar, y siguen los consejos de estos charlatanes, muchos de ellos muriendo al poco tiempo, porque como yo digo, la magia solo existe en los cuentos!

Si tú no tomas antibióticos para una bacteria infecciosa esta no se te va a quitar, si tú no pones quimioterapia y radioterapia para curar un cáncer este tampoco va a desaparecer con unas simples hierbas o con unas palabras!

 

obviamente mis padres no fueron tan necios como para hacer caso de estos señores, mis padres aunque fueron en estas ocasiones a consultas de este tipo, jamás dejaron de tratarme como era debido, ni miraron para otro lado lejos de los hospitales y de los tratamientos que yo estaba recibiendo.

Una gran sabiduría por parte de mis padres!

 

En esto que crea quien quiera, yo no, a mí lo que me ha salvado ha sido la medicina convencional, no las charlas pseudocientíficas de esta gente!

 

Dejando de lado todos estos matices, yo ya había iniciado por aquel entonces el tratamiento con quimioterapia, junto con la radioterapia, que debieron de coincidir en un par de sesiones. Pero ahora ya había finalizado el tratamiento con radioterapia, ahora tocaba la quimioterapia a solas!

Ya habíamos vuelto de castell defels, porque ahora debía continuar solo con el tratamiento de quimioterapia, el cual se me administraría semanalmente, los miércoles, en el hospital de día de san juan de dios. El médico tratante, el doctor hilla, sería quien llevase todo el proceso, informando a mis padres acerca de mi tolerancia al tratamiento, ciclos y duración, cuando había que ir haciendo revisiones, etc. este último aspecto, el de las revisiones, también aparte del tratamiento, era muy importante. No solo había que tratar, sino que mediante escáneres oculares, había que ir verificando el grado en que las células tumorales se iban destruyendo y en que medida el tratamiento estaba logrando su fin.

Con todo este panorama el año y medio que se iniciaba, fue muy movido y ajetreado yendo y viniendo a barcelona prácticamente todas las semanas. Entre ciclo y ciclo (no recuerdo exactamente de cuantas sesiones constaba cada ciclo), yo debía descansar, para que les diese tiempo a mis células sanas a regenerarse. Era ahí cuando el oncólogo aprovechaba para pedir los escáneres de revisión, y así en la siguiente consulta al inicio de un nuevo ciclo, iba informando a mis padres de cómo estaba yendo todo.

 

Yo ya tenía 3 años recién cumplidos, y había iniciado una dura batalla para sobrevivir. Yo quería vivir, ese espíritu de lucha siempre me ha caracterizado, jamás he optado por hundirme ni por verlo todo negativo, siempre hay que salir adelante y luchar, porque mientras haya vida, hay motivos para sonreír!.

Por eso yo siempre digo que cualquier golpe soy capaz de encajarlo. Todos aprendemos conductas de pequeños, y las circunstancias en las que yo crecí en esos años fueron peculiares y gracias a ellas aprendí a algo a lo que no se enseña por desgracia: a convivir con el dolor y la enfermedad. Por eso ahora soy quien soy, y soy como soy!

A este período que narro le debo mi afán de lucha, mi sentimiento de tolerancia y de justicia por mí y por los demás, y sobre todo mi objetivo diario de disfrute al máximo y de evolucionar a mi ritmo, no al que desde fuera me impongan.

 

Este período fue complicado, tanto para mí como para mis padres. Mi padre la mayoría de las veces no podía acompañarnos a mi madre y a mí a barcelona, las escasas veces que lo hizo fue porque tenía vacaciones o pedía el día libre, cosa bastante arriesgada en un trabajo como la mina.

Por ello a mi madre le debo el gran coraje que tengo hoy en día ante la vida y la mayor parte de las aventuras que narro en estos párrafos.

Ella sufrió conmigo, compartimos tantas cosas juntas!

 

Para ir a poner la quimioterapia siempre hacíamos lo mismo: íbamos a Barcelona en el autobús que salía por la tarde de la estación de bembibre, llegábamos allí sobre las seis y media de la mañana, nada más llegar íbamos a coger un taxi para san juan de dios y llegados allí nos sentábamos en urgencias, para esperar a que abriesen el hospital e ir a hacer la analítica de sangre correspondiente para ver si los leucocitos (glóbulos blancos) estaban en buen estado para poder dar la sesión de quimioterapia.

Para darte una sesión de quimioterapia siempre debes hacerte previamente una analítica de sangre, la cual verifique que tus glóbulos blancos son suficientes para que los citostáticos no te dañen la médula hósea, ya que los leucocitos son las células sanguíneas encargadas del funcionamiento del sistema inmunitario.

Dependiendo de los resultados de la analítica que te has hecho, se te da o no la sesión. Si los glóbulos blancos están muy bajos en número, no se puede dar la sesiónn, en cambio si están en un número considerable, si que puedes recibir la sesión sin problema.

Yo durante todo el año y medio, solo en una ocasión tuve mis leucocitos bajos! Increíble pero cierto! Debía de tener yo muchas ganas interiores de curarme y de comerme el mundo, porque de lo contrario no se entiende, al igual que tampoco el doctor hilla se explicó que no se me llegase a caer del todo el cabello, cuando lo normal hubiese sido que en la primera sesión o como muy tardar en la segunda, me hubiese quedado totalmente calva. Según él, esto se explicaba “porque la niña tiene unas ganas de vivir locas”. Fue lo que les dijo a mis padres, ante tan peculiar suceso. y fue cierto. Perdí mucho pelo, de hecho a mi madre muchas veces le daba hasta apuro peinarme porque se quedaba con media cabellera en la mano, pero siempre tuve algo de pelo, algo como para una coletita pequeña!

Yo quería vivir, quería estar en este mundo! Serían mis energías interiores? Algo debía haber por ahí que me decía que viviese, que me curase! O simplemente yo misma en mi inconsciente lo pensé, y eso se somatizó en una fuerza tan grande que ni el gran poder tóxico de los citostáticos logró aplacar.

 

cuantos viajes hicimos a barcelona, cuantas cosas recuerdo! A cuanta gente maravillosa conocí en mis circunstancias, todos ellos niños que como yo, luchaban por su vida.

Cuanto sufrí, cuanto aguanté!

 

De los viajes que como digo siempre o casi siempre eran con mi madre, recuerdo que siempre cuando salíamos de casa de mis abuelos para ir a la estación de bembibre, mi abuelo llamaba a un taxista del pueblo, que era quien nos llevaba hasta allí porque a esa hora mi padre trabajaba.

En cuanto el taxi nos dejaba en la estación, esperábamos. Que nerviosa estaba mi madre por el inminente viaje! Dice que antes de coger el bus, orinaba por lo menos tres litros de pis!

Era toda una odisea cada semana, porque nunca hubo un viaje igual, cada uno fue único e irrepetible.

Un año y medio da para mucho, para mucho mucho mucho!

 

Dinero había poco, únicamente para pagar el bus, el taxi, el tren y poco más. Mi madre me dice que era a veces triste querer comer un bocadillo y no poder pagarlo porque llevabas lo justo para lo que necesitabas.

El viaje en bus era caro para nosotros, el del tren también. Gracias a la ayuda que un inspector de sanidad medio familiar lejano de mi padre nos prestó, todos esoss viajes fueron rembolsados íntegros, gracias a ese hombre!

Mi padre quedaba solo, con una gran angustia sabiendo que lo que más quería en el mundo que era a su hija y a su mujer se iban a barcelona, solas, sin amparo de nadie. Que le pasaría en ese momento por la cabeza?

Dice que a veces dormía con juguetes y objetos míos, para recordarme, para sentirme, porque…. Volvería a vernos otra vez? Tuvimos una infinita suerte de que durante todo aquel tiempo nada grave nos pasó, porque tuvimos al universo de nuestro lado!

Conocimos taxistas, conocimos pasajeros, todos ellos maravillossos y muy considerados hacia mí y mi situación. Es a raíz de todo lo que de pequeña viví, que se forja mi idea de que el ser humano es bueno por naturaleza, y que en las circunstancias más adversas es cuando sacamos de nuestro ser ese sentimiento de protección y solidaridad para con la especie. Porque….. cuanta gente hizo cosas increíbles y maravillosas por nosotras, dando a entender que la solidaridad y la hospitalidad no entienden de amigos o conocidos!

 

Dice mi madre que el viaje en bus era incómodo y pesado, por eso para la vuelta veníamos siempre en tren. El tren salía para barcelona a una hora que no nos cuadraba, llegaba justo cuando yo tenía que poner la sesión. Por ello no íbamos nunca en tren, para la ida en bus y para la vuelta ya en tren.

 

Barcelona estaba lejos, muy lejos. Cuantas tierras anduve todas las semanas, cuantas aventuras viví por la carretera!

Fueron muchos kilómetros, fue mucho viajar!

 

Los viajes de ida y vuelta eran largos, nos tocaba pasar dos noches sin cama, lejos de nuestra casa y de mi padre.

Las noches en el bus eran malas para mi madre, dice que cuando pasábamos por zaragoza (era la ciudad más grande en todo el trayecto), y veía las luces de los pisos, siempre pensaba “que a gusto y bien deben de estar en su camita…..”.

Ella y yo nos sentábamos juntas lógicamente, pero cuando el autobús iba muy lleno como yo tenía una edad en la que aún no pagaba, le tocaba ir a mi madre conmigo en su regazo hasta barcelona. Dice que llegaba allí muerta, con la cabeza mareada y un dolor increíble de piernas.

Cuando nos sentábamos cada una en su sitio yo lo primero que hacía nada más montar era acomodarme, dice mi madre que rara era la vez que llegaba a astorga (es el siguiente pueblo grande después de bembibre por el que pasa el bus) despierta! Yo iba durmiendo, ajena a todo lo que mi madre pudiese sentir, ya sabía lo que me tocaba a mí, dos pinchazos (el de la analítica y si todo iba bien el de la sesión de quimioterapia), una larga sesión de quimioterapia en la cual dormía porque me ponían en el mismo botellín de los citostáticos un sedante para que el suero cayese mejor, mucho cansancio después, mucho malestar y sobre todo, una buena vomitera a la vuelta durante el viaje!

Con todo eso que más se podía pedir? Aguantar, había que hacerlo!

 

Durante el trayecto de ida en bus hasta barcelona, dice mi madre que solamente hacíamos dos paradas para cenar y descansar, ir al baño o lo que quisiéramos hacer.

La primera era en palencia, en la que mi madre solía cenar el bocadillo que llevaba de casa porque no había dinero para comprarse uno, a mí me solía llevar algo de casa para cenar y me despertaba para dármelo, al día siguiente tocaba abstenerse de desayunar, pues para la analítica de sangre debía ir en ayunas!

 la segunda parada era ya en zaragoza, en el área de servicio de alfajarín.

La segunda parada, la de alfajarín, la hacía sobre las cuatro y media de la mañana, mi madre dice que a veces me despertaba para ir a comprarse algo cuando se podía, y otras veces para no despertarme le mandaba a algún pasajero o pasajera comprarle algo o directamente pasaba de comprar nada.

Yo dormía y dormía, no me solía enterar de mucho durante el viaje de ida! Tengo pocos recuerdos, y los pocos que tengo son de eso, del bus, de alguna de las paradas que hacíamos, pero poco más. Me acuerdo de un día en que paramos en alfajarín, y mi madre me despertó para ir a comprarse un bocadillo de tortilla con tomate que le gustaba mucho, y…. menudo sueño tenía yo! Parecía una zombie por allí!

Del resto poco más, mis recuerdos se centran en el hospital, en la sesión…..

 

De tanto coger el bus en bembibre (era el que venía de galicia y siempre iban dos conductores), los chóferes ya nos conocían, siempre le decían a mi madre cuando nos montábamos, “que, otra vez?”, a lo qcual mi madre respondía con una sonrisa resignada “otra vez señor, otra semana más!”.

 

Al llegar a barcelona parábamos en una de las tres estaciones de bus que había, que era la que más cerca nos quedaba del hospital. Mi madre paraba allí muy confiada, hasta que un día un buen señor le dijo “pero monina, como paras aquí si es a donde vienen los drogadictos a pincharse?”. Que miedo, pensó mi madre!

“pues porque es la parada que más cerca me queda del hospital, vengo con la niña a poner quimioterapia”, le respondió mi madre, sin poder alegar nada más.

Desde que supo aquello, dice que no había tiempo que perder al bajar. Me cogía en brazos y corriendo a toda pastilla hasta que veía a un taxi para llamarlo!

Que aventuras, que descarga de adrenalina!

 

Luego de llegar (yo a esas alturas ya estaba despierta), cogíamos el taxi hasta el hospital. Algo recuerdo de aquello, principalmente la estación donde bajábamos y algunos de los taxis que tomamos.

En una ocasión mi madre se vió algo amenazada, cuando un taxista interesado con vete tu a saber que intenciones, justo cuando montamos cerró todos los seguros del coche, y cuando mi madre le dijo que íbamos al hospital san juan de dios, él comenzó a dar vueltas y vueltas, por unos sitios que mi madre no conocía, para yo que sé…..!

Mi madre conocía perfectamente las rutas a seguir, por eso supo que aquel hombre la estaba engañando. Le dijo “por donde me está usted llevando?, tengo que ir al hospital san juan de dios, y creo que este no es el camino!”. Al fin nos llevó, pero que miedo pasó mi madre y que rabia le dio la actitud de aquel hombre!

 

Al llegar al hospital a eso de las siete de la mañana, íbamos medio dormidas para urgencias (yo iba más o menos porque había dormido durante el trayecto, pero que iba a dormir mi madre sentada?), a esperar a que abriesen el hospital, e ir a hacerme la analítica de sangre previa a la sesión del día.

Cuántos pinchazos me dieron durante aquel año y medio! Normal que ahora en este nuevo proceso mi oncólogo de león al conocer toda esta historia, haya optado inteligentemente por ponerme un catéter venoso! Ya no tengo casi venas, y las que tengo están muy destrozadas de la quimioterapia que me pusieron durante aquel período y de tanto usarlas.

Es más, la vena de la muñeca izquierda está aún a día de hoy muy sensible, casi no me pueden pinchar en ella, me duele mucho y se me pone muy morada. La quimioterapia quema las venas, y algunas no llegan a regenerarse nunca.

 

Yo no solía dar demasiada guerra con los pinchazos, ni les temía a las agujas. Tanto para hacerme la analítica de sangre como ya luego para poner la sesión de quimioterapia, todas las enfermeras me querían pinchar a mí, siempre se les oía decir “yo pincho a sara, que nunca se me queja!”. Era muy común que los otros niños llorasen a grito pelado, porque les tenían miedo a las agujas, en cambio yo no, yo ponía el brazo tranquilamente para que me buscasen la mejor vena para pinchar!

Yo era muy fuerte, no sé de donde saqué tanta fuerza y valentía!

 

 De las analíticas recuerdo todo: las gasas, los compresores, las agujas y el pinchazo! Me acuerdo del apósito que me ponían una vez ya extraída la muestra sanguínea, el cual me encantaba quitarme antes de tiempo (hay que presionar un cierto tiempo sobre el lugar de la punción para evitar sangrados y hematoma), para ver la gotita roja de sangre que quedaba sobre él!

Que macabro no?

 

Luego tocaba esperar, hasta que se viesen los resultados de la analítica, y saber por tanto si se me iba a poder dar o no la sesión!

 

Así eran los comienzos de cada sesión, luego quedaba lo peor, toda una ssesión de quimioterapia, y todo un viaje de vuelta hasta casa con un montón de molestias derivadas del tratamiento.

Pero ahbía que aguantar, había que curarse para vivir!

 

 

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