viernes, 25 de mayo de 2012

otra nueva reflexión sobre la escuela

Voy a escribir acerca de una fiesta de amigas de mi madre a la que asistí hace casi dos años. A pesar del tiempo transcurrido, lo he puesto por escrito, ya que tras asistir, oír y escuchar lo que allí se habló, tomé notas las cuales hoy por fortuna he vuelto a revisar de mis archivos de ordenador, para poder darle cuerpo a este texto que compartiré con todos vosotros y vosotras. los comentarios que allí surgieron me llevaron a reflexionar sobre algunas de las  concepciones que desgraciadamente aún persisten en relación con los hijos y sus estudios.
En la mencionada fiesta, estábamos mi madre, yo y el resto de amigas de mi madre. Era una fiesta de clases de pasword a las que mi madre asistía semanalmente, y se celebró como despedida del curso.
Tras iniciar esta introducción espacio-temporal, voy a ir al grano de mi análisis de palabras y reflexiones que dichos comentarios me suscitaron.
Como es lógico pensar, la gente que allí acudió no es ni mucho menos de mi generación, ¡y vaya como se nota eso!.

En varias ocasiones salieron comentarios sobre los hijos de alguna de ellas, en concreto los comentarios eran sobre los estudios.
Se quejaban de los malos resultados académicos que sus hijos obtenían, y una de ellas me contaba tanto a mí como al resto de gente que había allí, la cantidad de sopapos que le dio a su hija cuando suspendía.
Otra de ellas, decía que su hijo de 13 años tenía que repetir curso este año, y que ciertas dificultades que tenía, no se podían tolerar a esa edad.
Otra de ellas, decía comparando a sus dos hijas, que una era más inteligente que la otra, porque se le quedaba mejor la lección que explicaban en clase.

Después de hacer estas transcripciones casi literales de los comentarios de este estilo que allí pude oír, me voy a centrar en lo que me han producido dichos comentarios.

El primero de ellos, es de bastante rabia y frustración.
Los padres y siempre insisto en que ni mucho menos deben conocer la verdad ni ser expertos en pedagogía, tienen un extraño poder para dejarse lavar el cerebro por los “profesionales” que intervienen con sus hijos, y por todo el sistema educativo en general.
Yo creo que tantas veces como sus hijos supuestamente fracasan y muchos de los del resto de sus amigos y conocidos, deberían preguntarse si la culpa de tanto fracaso radica en el niño o niña, o por el contrario en el sistema educativo, el cual no conecta para nada con el mundo actual.
Yo desde luego, lucharé hasta dejarme la piel porque esto cambie, y se desaga por fin el maldito círculo vicioso al que la escuela somete a toda la sociedad.
Como ya he explicado en otros escritos, la escuela aprovecha la buena voluntad de los padres o la falta de conocimientos de estos, para convencerlos de que el fallo está en el chaval, en que ellos poseen toda la verdad y el saber absoluto, y lo más grave de todo, para seguir perpetuándose y seguir hermética al cambio que tanto demandan los nuevos tiempos.
También otro de los fallos garrafales que comete la escuela, es “pecar de generalista y suponedora”. Para explicar esto, tengo que hacer de nuevo alusión al comentario de “no se pueden tolerar estas dificultades con esta edad”.
Yo me pregunto, si las dificultades no se han resuelto a tiempo, ¿los profesionales acaso pretenden que los padres o los chavales tengan varita mágica para hacerlas desaparecer?, porque que yo sepa si no intervienes con un problema cuando este surge, ¡dicho problema o dificultad no va a desaparecer porque sí!, sino todo lo contrario, si no se resuelve en su momento, tenderá a agrandarse y a generar nuevas dificultades derivadas de la inicial.
Pero claro, cuando surge el problema, es más cómodo decir ¡que mal aprende este niño!, sin preguntarte cual es el origen de dicha dificultad de aprendizaje.

Respecto al otro comentario de los sopapos por no estudiar, yo a veces pienso ¡que fracasada debe de sentirse mucha gente!.
Algunos padres, no sé si lo hacen en un intento de proyectar sus fracasos en la vida, de querer que sus hijos sean todo lo que ellos no pudieron lograr por diversas circunstancias, o por el contrario y como desgraciadamente creo que sucede a menudo, porque creen erróneamente que tener carrera universitaria te hace más valioso y superior en la vida, y como consecuencia de esta creencia, se esfuerzan sobrehumanamente a veces incluso fuera de lugar, porque sus hijos saquen alguna carrera universitaria.
Yo para nada creo que una carrera universitaria te haga más feliz, te arregle la vida, o te haga ser superior a nadie, es más, si todos estudiasen carrera, ¿quien iba a barrer las calles?.
Yo creo que lo que sucede en el fondo, es  que en este país, existe un extraño culto a la inteligencia, y se cree que es un todo unificado, inalterable y que dota a la persona de aptitudes casi sobrehumanas.
Yo personalmente y tal y como se está poniendo de manifiesto, creo en la multiplicidad, variabilidad y modificabilidad de la inteligencia, y para nada creo que sea cuestión de “blanco o negro”, como impera en muchas mentes de este país.
De ahí que yo crea en la potenciación de las capacidades y aptitudes en las que el niño o niña muestre más desenvolvimiento o dominio, en detrimento de las contrarias.
De este modo, un niño a lo mejor es “deficiente mental” en el aprendizaje de las matemáticas o en lengua, y sin embargo afectivamente o en habilidades plásticas y musicales es superdotado.
Esto también exigiría un cambio de rumbo en la escuela y en la concepción social, de manera que se pasase a valorar en aquello en lo que la persona muestre más capacidad, dejando de lado ese concepto de la inteligencia como un “tarro que se llena y se cierra cuando ya se ha llenado”.
De esta manera, la escuela resultaría mucho más motivante y productiva, ya que se sacaría el máximo potencial de cada alumno, evitando el silenciamiento del mismo, que creo que en muchas ocasiones es lo que sucede, debido a la generalidad del sistema.
Un claro ejemplo de esto, sería un niño al que se le diese estupendamente el dibujo, pintura o componer canciones.
¡difícilmente sabría nadie de este extraordinario potencial, con solo dos horas semanales de plástica y música!.
Este potencial, tan solo saldría a la luz cuando el niño se viese libre para explotarlo. Esto suele suceder en ambientes en los que el niño se encuentra cómodo y sin presiones. Tales ambientes serían cuando está con sus amigos, solo en casa, etc.
En estos ambientes a no ser que haya mucha suerte, nadie observa ni se fija en este potencial o habilidad tan extraordinaria del niño, y dicha habilidad, o bien se extingue, o bien se mantiene en dichos ambientes sin que sea conocida por el conjunto de la sociedad y por tanto darle el valor que merece.
Si esto se explotase en la escuela, en donde si que existe gente capacitada para observar y valorar tales habilidades, creo que la escuela obtendría mejores resultados y nacerían de ella muchos más talentos de los que lo hacen, limitándose estos talentos a la suerte en la vida, tener dinero y explotarlos particularmente, o a otro tipo de factores externos al sistema educativo.

Por último y en relación al tercer punto de la confusión conceptual, creo que de alguna manera también se interrelaciona con el anterior.
Esta gente, cree que todo está “en la cabeza”, y dá igual memoria, inteligencia o atención.
De ahí que usen estos términos como sinónimos, ignorando que aluden a procesos diferentes, que se relacionan entre si, y que si existen fallos, deben trabajarse por separado.
Pero claro, si desde la escuela los que se supone que son expertos en el tema no lo explican a quienes no lo saben ¡lo llevamos claro!.
Seguirá existiendo confusión conceptual, culto a la inteligencia como algo invariable e inalterable, y pérdida de talentos y aptitudes de chavales por falta de potenciación de los mismos.
Y todo esto ¡es culpa de la escuela!.

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