miércoles, 4 de abril de 2012

la danza, el auténtico arte corporal

Desde hace aproximadamente seis meses, asisto todas las semanas a clases de danza contemporánea, y desde hace más o menos tres meses a danza clásica.

Voy como he dicho todas las semanas dos y una hora y media respectivamente.
A contemporáneo voy los jueves y a clásico los lunes.

Yo siempre he amado el baile y el movimiento de expresar con el cuerpo.
Desde muy niña, era oír cualquier música y enseguida iniciaba un movimiento, bien fueran vueltas, saltos, daba igual, mi cuerpo se movía al compás de esa música creando una danza.
La música por otra parte siempre ha estado presente en mi vida de forma casi constante: en casa, en el coche, con gente, etc.
Amo la música, pero movidita!
El tecno, el pop actual, algo de rap, algo de rock y alguna que otra canción lenta como la de titanic.
Pero en general me decanto más por la música tecno-disco-electrónica.
Al escuchar esa música, siento algo parecido a cuando estoy en un centro comercial. Me siento transportada a un mundo de luz y color y siento todas las virtudes de la hera tecnológica y de la sociedad actual.
Me sugiere colorido, juventud y dinamismo, por eso siempre la escucho y me siento totalmente identificada con ella.

Pues al escuchar esas melodías, siempre tendía a crear mi propia danza, que en ocasiones se transformaba en complejas coreografías que a su vez contaban una historia con el cuerpo.

Siempre he conocido mis aptitudes para el baile, y he querido hacerlas visibles.

Como en la vida a veces no elegimos todo y las circunstancias personales son en ciertos momentos adversas, pues me quedé con esa espina clavada no sé, algo así como haber ido de pequeña a clases de ballet, de danza contemporánea o de cualquier tipo de movimientos corporales como aerobick o gimnasia rítmica.

Pero como siempre suelo decir yo, nunca es tarde para realizar tus sueños, y mientras se esté aquí, todo es posible.
La capacidad de moverme bailando siempre la he tenido, y motrizmente soy normal ciento por ciento.
Por todo ello, este año llegó mi momento!

Al principio del curso, me planteé ir a pilates, deporte por cierto muy relacionado tanto con la danza clásica como contemporánea hasta tal punto, que muchos bailarines y bailarinas, lo usan como método de entrenamiento personal.
En pilates me sentía realizada y los movimientos no sé porqué, les saqué un cierto aire con los que usaba yo en mis coreografías de baile.
Por eso quise explorar nuevos horizontes, y me embarqué a la danza contemporánea!
Concretamente a una de sus variantes, llamada contact improvisación.

Allí me sentí genial, el grupo es majísimo y las profesoras son encantadoras, pacientes y muy abiertas.
Se trata de una danza que lo que fundamentalmente prima, es el contacto con el otro y la escucha mutua del cuerpo de el otro.
Por eso todos o casi todos sus movimientos son por pareja, tríos, cuartetos o todo el grupo.
Se trabaja mucho con cuadrupedias, giros en suelo y con el desplazamiento del eje corporal.

En el taller, una vez al mes hacemos algo que se denomina jam, que consiste en una danza totalmente libre y abierta, que se realiza normalmente en espacios abiertos y con acceso a mucha gente.
En esta danza todo sirve y la música se improvisa.

Allí, en una de las jam, conocí a una chica licenciada en artes escénicas y que a cursado el grado superior de danza. Estudiante de ballet desde los 8 años, tiene una trayectoria intachable en el mundo del arte corporal.
Ella me observó bailar, charlamos bastante, y le comenté mis intereses, inquietudes y apreciaciones sobre el baile.
Le planteé que quería aprender danza clásica, y ella como buena entusiasta, se embarcó en el reto.
Me habló de alicia alonso, bailarina cubana casi invidente y una de las más importantes del siglo XX, reconocida en todo el mundo por su avance en la técnica del clásico.

Yo al oirla me quedé estupefacta, no podía ser que una bailarina en mis mismas condiciones hubiese avanzado tanto, y yo siempre frustrada por no poder aprender de forma técnica a bailar.
Me dijo que para ella suponía un reto y una realización personal el enseñarme, y después de navidades, nos embarcamos en la misión!

Las clases que he tomado durante estos meses me han parecido cada día más enriquecedoras, me han ayudado a superar barreras y sobre todo, a darme cuenta de que a veces las limitaciones no están tanto en uno mismo, sino en la mente de muchas personas.
El cuerpo lo que necesita es escucharse y sentirse, la vista aquí es secundaria.
Únicamente se debe ser consciente del espacio, de tus posibilidades y de los ejercicios a realizar.
Ir descubriendo las posibilidades de movimiento que da el cuerpo, es un tesoro de inigualable valor.
El cuerpo es agradecido cuando lo tratamos bien, por eso, todos me dicen que desde que practico deporte, vaya como he adelgazado y me he modelado!

Yo en las clases me siento como una más, y las profesoras de ambas danzas son de una genial calidad didáctica.
asistir a estas clasesMe ayuda a moldear mis movimientos y adaptarlos a las diferentes posibilidades que nos oferta el cuerpo, y sobre todo, a ir aprendiendo nuevos patrones motrices.

A veces, en clase de clásico, como solo estamos la profe y yo, le llevo música y le hago coreografías mías, y ella me graba para analizar mis movimientos y como las clases influyen en los mismos.
En otras ocasiones, es ella la que me lleva la música y así me manda improvisar a mí algún tipo de danza, porque al no conocer la melodía, es menos sesgado el movimiento, ya que no hay conocimientos previos.

Una de las cosas que más me ha gustado es el uniforme para clásico, tiene gran cantidad de matices y todos significan algo.


En clásico está todo muy pautado, desde la forma de caminar por la clase, hasta la altura a la que se debe hacer el moño.
En contemporáneo sin embargo todo es más libre y menos rígido.
Pero con ambas disfruto un montón, me siento bien y son cada día un nuevo reto para mí, que quien sabe, el día de mañana pueda mostrar en los escenarios.

La danza es arte,
Viva el movimiento!

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